domingo, 5 de abril de 2009

El Mustang

Era una noche muy oscura y silenciosa. El aire olía a lluvia fresca, y podía sentir la humedad mientras el terreno se secaba. No había nadie alrededor cuando vimos el Mustang estacionado por la acera. Mis mejores amigas de escuela primaria, Jenn y Kendra, corrieron al coche y antes de pensar, ellas golpearon la ventanilla. Tan pronto como el vidrio se rompió, oímos el alarma. Jenn se saltó en al carro y gritó:
“¡Jessica, date prisa, sube al coche!”
Casi inmediatamente, escuchamos el trueno de las sirenas atronaron y luego vimos el coche de la policía. Kendra gritó:
“¡Jessica, Vámonos, vámonos!”
No me sorprendió porque Jenn y Kendra son alborotadoras, y siempre se meten en problemas con sus padres, la escuela, y la policía. Nunca me meto en problemas con nadie, y cuando la ventanilla se hizo añicos no sabía qué hacer.
Sin tiempo para correr, subí al Mustang y nos apartamos. Podíamos oler el caucho que se quemaba y oímos a la policía atrás de nosotras. Mientras nos alejamos a toda velocidad, vi más policías que entraban en la calle en frente de nosotras. Mis amigas se estaban riendo a carcajadas en frente pero yo no pude hacer ni un sonido. Tenía miedo y solo quería ir a mi casa. Jenn se saltó dos semáforos en rojo más y cuando vio el recodo delante ella no tuvo tiempo para virar. Cuando chocamos con la barrera de seguridad todos nos detuvieron. Pudimos oír las sirenas más cerca y no teníamos adonde ir. Ahora, pudimos oír que las policías decían:
“¡Pónganse las manos en el aire y bájense despacio del carro!”
Después de bajar del coche las policías, de pie con pistolas, corrieron hacia nosotras con esposas. ¡Estuvieron por todas partes! Mientras entramos en de los carros de las policías, lloré como un bebe.
A la comisaría, nos pusieron en cuartos pequeños y oscuros con otros criminales. Yo tuve mucho miedo y lloré por lo que parecía años. Cuando llegaron mis padres me sentí mejor. La abogada trabajó toda la noche y alrededor a las 8:00 de la mañana conseguí la libertad porque no tenía antecedentes penales. Yo recuerdo que sentí un gran alivio cuando la abogada dijo:
“Porque todavía tú eres menor de edad y no tienes antecedentes penales, te enfrentarás solamente a multas insignificantes y libertad condicional.”
¡Mis amigas y yo tuvimos suerte! Pocas semanas más tarde, en la vista, nos condenaron a una multa de $500 y un año de libertad condicional. Ya no podíamos meternos en problemas con la policía.

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